Cualquier persona que se haya adentrado un mínimo en el ámbito de la nutrición, su relación con la salud y/o el rendimiento deportivo, probablemente tendrá entendido que primar el consumo de ‘alimentos proteicos’ (batidos de suero, carne, pescado…) en su dieta es una prioridad para mantener un ‘estado de salud óptimo’, para aumentar la masa muscular o mejorar el rendimiento deportivo.
Existe una clara discrepancia dentro del ámbito científico alrededor de la ingesta diaria recomendada (RDA) de proteínas, esto ha dado lugar al establecimiento de una narrativa que propone que, un nivel de ingesta proteica más alto que el indicado por las ‘recomendaciones oficiales’1 2 3 y/o respecto al nivel promedio de ingesta de proteínas de la población, es preferible o mejor cuando se valora evitar desenlaces de salud como la sarcopenia o cuando se busca conseguir aumentar la masa muscular en deportistas que hacen ejercicio de fuerza.
Esto es cuanto menos curioso, ya que los sondeos de consumo de proteína en la Unión Europea y EE.UU. sugieren que la población general supera con creces la ingesta diaria recomendada (RDA) para este macronutriente. Además, el estudio más amplio y completo que evalúa el consumo de alimentos y nutrientes en el mundo para cuantificar el impacto de su ingesta subóptima en la mortalidad y la calidad de vida, no tiene en cuenta la falta de consumo de proteína como uno de los 15 principales factores de riesgo.4
Se ha logrado establecer a nivel mediático que ingerir ‘más proteína’ tiene un resultado positivo en la práctica deportiva y efectos favorables sobre la salud. El grado es tal, que este paradigma redunda el mercado de la suplementación deportiva y los divulgadores de salud; llegando incluso hasta la industria alimentaria.
El objetivo de este artículo es explicar porqué recomendar un consumo de proteínas superior al propuesto por la RDA:
Es importante dejar claro que existen múltiples consideraciones con este asunto; sobre todo para entender cuál es la parte práctica que emerge de los estudios y la teoría. También cabe destacar que tomar por válida cualquier recomendación oficial puede ser caer en una falacia de autoridad, pero existen diferentes razones que nos permiten confiar en la RDA de proteínas:
Respecto a la calidad de la evidencia provista por los requerimientos de proteínas, se han esbozado bastantes críticas, tal como se comenta en un editorial de dos famosos autores: “Pocos estarían en desacuerdo en que muchas de las herramientas para revisiones sistemáticas y evaluación formal de la calidad de la evidencia, riesgo de sesgos, heterogeneidad de estudios, y similares, no se aplicaron a las recomendaciones de las Ingestas Dietéticas de Referencia (Dietary Reference Intakes, DRI).” 5
Muchas de estas objeciones se centran en la falta de actualización, apuntando a que se pueda tener en cuenta la evidencia más reciente o nuevos métodos que permitan volver a valorar los requerimientos oficiales. La cuestión que surge en este contexto es si nuevo es sinónimo de mejor, por ello, estas novedosas maneras de proceder y analizar deben ser previamente validadas por los organismos oficiales o institucionalizados para poder fijar un nuevo estándar, algo que todavía no ha sucedido.
Para matizar el objetivo de este artículo, tenemos que definir qué significa un requerimiento de proteínas nutricionalmente adecuado en adultos saludables, esto lo entendemos como: “la ingesta continua de proteínas dietéticas que es suficiente para alcanzar el equilibrio de nitrógeno corporal (balance cero) en una persona inicialmente sana, con una composición corporal aceptable, en equilibrio energético y bajo condiciones de actividad física moderada tal y como se determina después de un breve período de ajuste a un cambio en la ingesta de proteínas de prueba.”6
Las guías elaboradas por la Scientific Committee for Food of the European community (SCF) en 19937 nos ayudan a determinar la adecuación nutricional de un nutriente.
La adecuación nutricional se define como la ingesta suficiente de nutrientes necesarios para cumplir con los requisitos nutricionales para mantener una salud óptima. Los criterios que generalmente se utilizan para definir la adecuación de la ingesta son: la prevención de enfermedades por deficiencia, la prevención de enfermedades crónicas o la reducción del riesgo de enfermedades asociadas con la dieta, condiciones de salud nutricional subclínicas identificadas por medidas bioquímicas o funcionales específicas, o requisitos para mantener el equilibrio fisiológico.8
La recomendación sobre la ingesta de proteína se traza señalando tres niveles, en una distribución de frecuencia de los requerimientos individuales, para un nutriente en una campana de Gauss:
Por lo tanto, la RDA trata de encontrar el requerimiento de casi toda la población a nivel individual (la ingesta que cubre las necesidades del 97.5% de la población). Para hacer una estimación lo más fiable posible, tuvieron que medir la variación interindividual, que es la evaluación de los datos individuales con repeticiones de experimentos o mediciones a distintos niveles para las mismas personas.
Según el análisis de la SCF, las ingestas se determinaron según los gramos de proteína neta por kg de peso total y día (gr/kg/día), es decir, la ingesta es relativa, no absoluta:
Con esto, los requerimientos de proteína de referencia fueron revisados y actualizados de forma exhaustiva por última vez en el año 2003, por el grupo de William M Rand:6
A la hora de determinar los requerimientos proteicos individuales los investigadores tomaron el único método que existe validado y consensuado: la técnica del balance de nitrógeno. Esta técnica sigue siendo el método principal para determinar el requerimiento de proteínas en adultos, tal y como se discute en los principales informes de referencia como el de la FAO/OMS/ONU de 1985,1 en el informe del IOM de 20052 o en el documento de la EFSA de 2012.3
Existen otros métodos de estimación de los requerimientos proteicos como el de balance de carbono o el del indicador de oxidación de aminoácidos (IAAO), pero el método de balance de nitrógeno es el único que considera directamente la estabilidad de la reserva de nitrógeno del cuerpo y que tiene en cuenta las diversas funciones y vías metabólicas de las proteínas.
La técnica del balance de nitrógeno consiste en la determinación de la diferencia entre la ingesta de nitrógeno y la cantidad de nitrógeno excretada en la orina, heces, sudor y otras pérdidas misceláneas como las seminales, dérmicas o lacrimales. En la mayoría de los experimentos solo se ha medido directamente el contenido de nitrógeno de la dieta, la orina y las heces, con lo que se han hecho estimaciones para el resto de pérdidas que discurren por otras vías.
En el informe del IOM2 se hace referencia a los criterios de inclusión que ha tenido Rand en su metaanálisis,6 donde se midieron al menos tres niveles de ingesta de nitrógeno durante periodos de 10 a 14 días, es decir, se requerían datos individuales para, mínimo, tres niveles de ingesta adaptados consumiendo la dieta durante al menos 10 días y con recolección de nitrógeno en la orina y las heces en los últimos 5 días del período de la dieta.
El requisito se estima mediante la interpolación de los datos de balance de nitrógeno hasta el punto de equilibrio cero de nitrógeno para adultos o para un crecimiento adecuado (balance positivo) en niños. La respuesta del balance de nitrógeno no es lineal en todo el rango que existe bajo el nivel de mantenimiento, la pendiente disminuye considerablemente a medida que se aproxima a las ingestas que producen un balance cero o que superan ligeramente este balance cero de nitrógeno.10
Durante el periodo de adaptación se va a producir un balance de nitrógeno positivo hasta que se regularice la tasa de adaptación de nitrógeno. Con esto, si tomamos medidas durante el periodo de adaptación, pueden mostrarse artificialmente favorables hacia el establecimiento de un consumo proteico más elevado que el de partida.
Durante el periodo de adaptación se va a producir un balance de nitrógeno negativo artificial hasta que se regularice la tasa de adaptación de nitrógeno. Esto puede maquillar un resultado en el que la nueva ingesta de proteínas es desfavorable.
Con esto podemos establecer que cualquier estudio que pretenda determinar un nuevo requerimiento proteico con los desenlaces de salud anteriormente propuestos, puede ser tomado como válido en tanto en cuanto se ajuste a las siguientes condiciones:
Quizás, llegados a este punto, la preocupación creciente puede ser si existe algún beneficio adicional con un consumo proteico más elevado que el indicado por la RDA en una población deportista, anciana o ambas, pero esto ya lo tiene en cuenta el grupo de Rand para la revisión presentada anteriormente.
Estas son algunas de las intervenciones que han obtenido resultados que apoyan la RDA de proteínas:
Como podemos comprobar, los hallazgos de Rand6 se pueden corroborar mediante la replicación, siempre y cuando se tengan en cuenta las condiciones iniciales y no existan factores de confusión importantes.
Así, entendemos que, si existe una ingesta proteica superior a 0.8 gr/kg/día que haya demostrado beneficios contrastables bajo las variables del método de balance de nitrógeno o que haya sido evaluada bajo unos nuevos métodos de medición superiores técnica o metodológicamente a estos, es probable que se hubiera reevaluado y actualizado ya la RDA oficialmente.
A continuación detallamos los principios que podemos destilar de la investigación y análisis llevados a cabo.
De cara a la práctica clínica, la RDA no debe servir como un estándar rígido, sino como una referencia. Debe conjugarse con la adherencia mínima que se espera del paciente cuando se establece un protocolo dietético de intervención, o lo que es lo mismo, un abordaje basado en el grado de aplicación y no en un falso dilema donde nos ajustamos estrictamente a la RDA o la excedemos exponencialmente.
Conocer la RDA de proteínas, la facilidad para alcanzarla con una dieta nutricionalmente adecuada y saber que superar este umbral no conlleva ningún perjuicio para la salud, nos permite poner el foco en cuestiones realmente importantes como la prevalencia de enfermedad cardiovascular, los trastornos de la conducta alimentaria o la baja biodisponibilidad energética.
Con todo esto, me muestro completamente abierto a la posibilidad de que puedan revisarse las RDA de nuevo, especialmente la de proteína, y abrazar conocimientos evaluados con herramientas actualizadas y validadas de forma oportuna.
Este artículo apunta a un sano escepticismo ante el boom de la industria alimentaria con sus productos de nicho, las marcas de suplementación deportiva con los sueros de proteínas y las dietas basadas en el consumo de alimentos proteicos como la carnívora o cetogénica.
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Gracias por el artículo, dicho esto...actualmente se propone el índice de oxidación de aminoácidos como método más actual respecto al balance de nitrógeno, para evaluar las necesidades proteicas...¿Que opinión te merece el uso de este índice? Saludos Rubén!
¡Es una muy buena pregunta Patricia! Tal como comento en el artículo, quizás 'nuevo' no es sinónimo de 'mejor'.
Todos los métodos tienen sus limitaciones, incluida la técnica de balance de nitrógeno que tratamos en este artículo, pero las que conciernen al IAAO son de especial interés. De manera muy resumida, se empleó para determinar los requerimientos de aminoácidos y está validado para este propósito pero, de cara a establecer un nuevo requerimiento de proteínas, es un método de medición aguda que no permite medir el impacto de diferentes niveles de ingesta de proteína a largo plazo. Esto es muy importante porque la tasa de recambio de urea es adaptativa y afecta a la estabilidad de la retención de nitrógeno en el organismo, lo que puede dar lugar a una sobreestimación de los requerimientos proteicos. Igual, el deporte y su carácter son un factor de confusión determinante para evaluar la extrapolación de resultados con este método a la población general.
En el artículo parafraseo la respuesta que la EFSA dió para tu pregunta: "el método de balance de nitrógeno es el único que considera directamente la estabilidad de la reserva de nitrógeno del cuerpo y que tiene en cuenta las diversas funciones y vías metabólicas de las proteínas."
Añadir que este es un tema que pienso desarrollar de manera apropiada en otro artículo.
Un saludo y gracias por tu interés, Patricia.
Gracias por tu respuesta Rubén, justo está semana me tocaba estudiar todo esto, y el artículo me ha venido al dedillo...
Un saludo!