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Carne roja y diabetes tipo 2: un nuevo estudio revela su conexión

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Rubén Hernández González

Técnico en dietética y nutrición colegiado 2808 COPTESSCV experto en salud y rendimiento deportivo desde una perspectiva integradora.

Un reciente estudio publicado en The Lancet Diabetes and Endocrinology1 ha encontrado que el consumo de carne, en concreto de carne roja procesada y no procesada, está asociado a un mayor riesgo de desarrollar diabetes tipo 2. 

Aumento global del consumo de carne

En las últimas décadas, la producción y el consumo de carne han crecido considerablemente en todo el mundo, superando las recomendaciones dietéticas en muchos países. Aunque estudios previos ya habían sugerido una relación entre un mayor consumo de carne procesada y carne roja no procesada con un mayor riesgo de diabetes tipo 2, los resultados han sido variados y no siempre concluyentes.

Consumo total de carne (en millones de toneladas métricas) en diferentes regiones y (en recuadro) a nivel mundial. [Los datos provienen de www.fao.org/faostat/en/?#data.]

Mayor riesgo de diabetes tipo 2 asociado al consumo de carne procesada y roja

El pollo, el pavo y el pato se consideran a menudo alternativas más saludables a la carne roja, pero son menos los estudios que han analizado su relación con la diabetes tipo 2.

Para explorar la relación entre el consumo de diferentes tipos de carne y la diabetes tipo 2, un equipo de la Universidad de Cambridge utilizó el proyecto global InterConnect, analizando datos de 31 cohortes de estudio en 20 países. El análisis incluyó factores como la edad, el género, el índice de masa corporal y los hábitos de salud, lo que permitió reducir los factores de confusión y ajustar el papel causal de la carne en esta condición metabólica.

Los resultados mostraron que:

  • Consumir 50 gramos diarios de carne procesada, el equivalente a 2 rebanadas de jamón, se asocia con un 15% más de riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 en los próximos 10 años.
  • El consumo diario de 100 gramos de carne roja no procesada, equivalente a un pequeño filete, se vinculó a un 10% más de riesgo.
  • El consumo de 100 gramos de aves al día se asoció con un 8% más de riesgo, aunque esta relación se debilitó en análisis adicionales, mientras que la asociación con la carne procesada y la carne roja se mantuvo firme.

Es importante aclarar que estos resultados se refieren al riesgo relativo, no al riesgo absoluto. Por ejemplo, si una persona sin patologías tiene un riesgo del 5% de desarrollar diabetes, consumir carne procesada podría aumentar ese riesgo al 5.75%, lo que representa un incremento del 0.75%. Sin embargo, en personas con obesidad, donde el riesgo es hasta 7 veces mayor, partimos de un riesgo base del 35% de desarrollar diabetes tipo 2. En este caso, el riesgo relativo al consumir carne procesada podría aumentar hasta un 40.25%, lo cual es significativo cuando consideramos poblaciones de cientos de miles de personas.

Aunque estos incrementos relativos puedan parecer pequeños, es crucial puntualizar cuatro cosas:

  • Existen alimentos que no solo no aumentan el riesgo de diabetes tipo 2, sino que incluso pueden reducirlo.
  • Los porcentajes que estimo en el ejemplo son respecto al consumo de una ración de 50 gr de carne procesada al día. En realidad, las personas suelen comer más de esa cantidad, acompañándola de carne roja sin procesar en otras comidas, lo que puede aumentar el riesgo exponencial de desarrollar diabetes tipo 2.
  • Este estudio es poblacional y no se le puede exigir el mismo nivel de reducción de incertidumbre que a un ensayo controlado con menos sujetos, aunque los resultados siguen mostrando la misma tendencia e incluso de forma más marcada en este otro tipo de estudios.
  • El objetivo principal de este estudio es la diabetes tipo 2. En otros estudios, cuando se ajusta el diseño para otros factores como cáncer, mortalidad o enfermedades cardiovasculares, los resultados se vuelven aún más significativos.

¿Cuál es la novedosa aportación de este estudio?

A diferencia de metaanálisis anteriores que combinaban resultados ya publicados, InterConnect permitió a los investigadores analizar datos individuales de los participantes, lo que facilitó la armonización de la información y un control más riguroso de factores como el estilo de vida y los comportamientos de salud. De los 31 estudios analizados, 18 no habían publicado previamente resultados sobre la relación entre el consumo de carne y la diabetes tipo 2, lo que permitió ampliar considerablemente la base de evidencia.

Distribución geográfica de las 31 cohortes.

¿Qué dicen los autores del estudio?

La profesora Nita Forouhi, del MRC Epidemiology Unit y coautora principal del estudio, comentó:

"Nuestros hallazgos proporcionan la evidencia más sólida hasta la fecha sobre la asociación entre el consumo de carne roja y procesada con un mayor riesgo de diabetes tipo 2, apoyando las recomendaciones de reducir su consumo. Aunque la relación entre el consumo de aves y la diabetes tipo 2 sigue siendo incierta y requiere más investigación."

El Dr. Chunxiao Li, autor principal del estudio, señaló:

"Al trabajar con datos individuales, pudimos armonizar la información clave y considerar de manera más precisa factores como el comportamiento y el estilo de vida que influyen en la relación entre el consumo de carne y la diabetes."

¿Cómo es posible que la carne pueda provocar diabetes tipo 2 si no tiene carbohidratos?

Esta investigación desafía la creencia generalizada en nutrición sobre el papel de los carbohidratos en las enfermedades metabólicas, aunque no es la primera ni presenta novedades disruptivas en este campo, ya que la evidencia acumulada en los últimos años sigue la misma línea.2

A menudo, se tiende a simplificar el papel de los alimentos que contienen carbohidratos, como las patatas, los cereales o las frutas, reduciéndolo a su impacto en los niveles de glucosa e insulina en la sangre, y agrupando todos estos alimentos bajo la misma categoría de "carbohidratos". Sin embargo, el efecto sobre la salud de un zumo de fruta o de la pasta blanca refinada es muy diferente al de alimentos como la avena o los arándanos, que son cereales integrales y frutas enteras.

La perspectiva expuesta es de tipo mecanicista y resulta limitada para estudiar fenómenos tan complejos como este, ya que no disponemos de suficientes herramientas ni conocimiento para ajustar las infinitas variables involucradas. Aun así, algunos de los mecanismos fisiológicos que explican el papel de la carne en el aumento del riesgo de diabetes tipo 2, entre otras enfermedades, son:

  • La grasa saturada, presente en muchos alimentos, juega un papel crucial en el desarrollo de enfermedades cardiovasculares y se ha demostrado que es más perjudicial a nivel metabólico que los azúcares refinados. Esto se debe a que las grasas saturadas aumentan significativamente los triglicéridos en el hígado al estimular la lipólisis en el tejido adiposo, lo que también provoca resistencia a la insulina y eleva las ceramidas en la sangre.3
  • El hierro hemo, que se encuentra en la carne roja, ha demostrado elevar significativamente los niveles de ferritina, una proteína que transporta el hierro. Las personas con niveles elevados de ferritina pueden perder hasta 24 años de vida en comparación con aquellas que tienen este valor controlado.4
  • Por otro lado, los productos cárnicos procesados, como los embutidos, contienen conservantes como los nitritos, que pueden transformarse en compuestos N-nitrosos en el cuerpo. Estas sustancias son proinflamatorias y se ha demostrado que afectan negativamente la función de las células beta del páncreas, lo que puede llevar a una disfunción en la producción de insulina y, eventualmente, al desarrollo de diabetes tipo 2.5
  1. Li, C., Bishop, T. R. P., Imamura, F., Sharp, S. J., Pearce, M., Brage, S., & et al. (2024). Meat consumption and incident type 2 diabetes: An individual-participant federated meta-analysis of 1.97 million adults with 100,000 incident cases from 31 cohorts in 20 countries. The Lancet Diabetes & Endocrinology, 12(9), 619-630. https://doi.org/10.1016/S2213-8587(24)00179-7 ↩︎
  2. InterAct Consortium, Bendinelli, B., Palli, D., Masala, G., Sharp, S. J., Schulze, M. B., Guevara, M., van der, A. D., Sera, F., Amiano, P., Balkau, B., Barricarte, A., Boeing, H., Crowe, F. L., Dahm, C. C., Dalmeijer, G., de Lauzon-Guillain, B., Egeberg, R., Fagherazzi, G., Franks, P. W., … Wareham, N. J. (2013). Association between dietary meat consumption and incident type 2 diabetes: the EPIC-InterAct study. Diabetologia, 56(1), 47–59. https://doi.org/10.1007/s00125-012-2718-7 ↩︎
  3. Luukkonen, P. K., Sädevirta, S., Zhou, Y., Kayser, B., Ali, A., Ahonen, L., Lallukka, S., Pelloux, V., Gaggini, M., Jian, C., Hakkarainen, A., Lundbom, N., Gylling, H., Salonen, A., Orešič, M., Hyötyläinen, T., Orho-Melander, M., Rissanen, A., Gastaldelli, A., Clément, K., Hodson, L., & Yki-Järvinen, H. (2018). Saturated fat is more metabolically harmful for the human liver than unsaturated fat or simple sugars. Diabetes Care, 41(8), 1732–1739. https://doi.org/10.2337/dc18-0071 ↩︎
  4. Ellervik, C., Marott, J. L., Tybjærg-Hansen, A., Schnohr, P., & Nordestgaard, B. G. (2014). Total and cause-specific mortality by moderately and markedly increased ferritin concentrations: general population study and metaanalysis. Clinical chemistry, 60(11), 1419–1428. https://doi.org/10.1373/clinchem.2014.229013 ↩︎
  5. EFSA Panel on Contaminants in the Food Chain (EFSA CONTAM Panel), Schrenk, D., Bignami, M., Bodin, L., Chipman, J. K., del Mazo, J., … & Wallace, H. (2023). Risk assessment of N-nitrosamines in food. EFSA Journal, 21(3), 7884. https://doi.org/10.2903/j.efsa.2023.7884 ↩︎
Fecha de publicación: 22/08/2024 | Autor: Rubén Hernández González | Última modificación: 24/08/2024 a las 08:03
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