Un reciente estudio publicado en The Lancet Diabetes and Endocrinology1 ha encontrado que el consumo de carne, en concreto de carne roja procesada y no procesada, está asociado a un mayor riesgo de desarrollar diabetes tipo 2.
En las últimas décadas, la producción y el consumo de carne han crecido considerablemente en todo el mundo, superando las recomendaciones dietéticas en muchos países. Aunque estudios previos ya habían sugerido una relación entre un mayor consumo de carne procesada y carne roja no procesada con un mayor riesgo de diabetes tipo 2, los resultados han sido variados y no siempre concluyentes.
Esta información sugiere una evidencia clara: las guías dietéticas de los diferentes organismos institucionales y privados de salud no están siendo seguidas por la población general. Esto es importante porque, en las redes sociales, normalmente se hace referencia a que la creciente prevalencia de obesidad se debe a seguir estas guías, y eso no está sucediendo.
El pollo, el pavo y el pato se consideran a menudo alternativas más saludables a la carne roja, pero son menos los estudios que han analizado su relación con la diabetes tipo 2.
Para explorar la relación entre el consumo de diferentes tipos de carne y la diabetes tipo 2, un equipo de la Universidad de Cambridge utilizó el proyecto global InterConnect, analizando datos de 31 cohortes de estudio en 20 países. El análisis incluyó factores como la edad, el género, el índice de masa corporal y los hábitos de salud, lo que permitió reducir los factores de confusión y ajustar el papel causal de la carne en esta condición metabólica.
Los resultados mostraron que:
Es importante aclarar que estos resultados se refieren al riesgo relativo, no al riesgo absoluto. Por ejemplo, si una persona sin patologías tiene un riesgo del 5% de desarrollar diabetes, consumir carne procesada podría aumentar ese riesgo al 5.75%, lo que representa un incremento del 0.75%. Sin embargo, en personas con obesidad, donde el riesgo es hasta 7 veces mayor, partimos de un riesgo base del 35% de desarrollar diabetes tipo 2. En este caso, el riesgo relativo al consumir carne procesada podría aumentar hasta un 40.25%, lo cual es significativo cuando consideramos poblaciones de cientos de miles de personas.
Aunque estos incrementos relativos puedan parecer pequeños, es crucial puntualizar cuatro cosas:
A diferencia de metaanálisis anteriores que combinaban resultados ya publicados, InterConnect permitió a los investigadores analizar datos individuales de los participantes, lo que facilitó la armonización de la información y un control más riguroso de factores como el estilo de vida y los comportamientos de salud. De los 31 estudios analizados, 18 no habían publicado previamente resultados sobre la relación entre el consumo de carne y la diabetes tipo 2, lo que permitió ampliar considerablemente la base de evidencia.
La profesora Nita Forouhi, del MRC Epidemiology Unit y coautora principal del estudio, comentó:
"Nuestros hallazgos proporcionan la evidencia más sólida hasta la fecha sobre la asociación entre el consumo de carne roja y procesada con un mayor riesgo de diabetes tipo 2, apoyando las recomendaciones de reducir su consumo. Aunque la relación entre el consumo de aves y la diabetes tipo 2 sigue siendo incierta y requiere más investigación."
El Dr. Chunxiao Li, autor principal del estudio, señaló:
"Al trabajar con datos individuales, pudimos armonizar la información clave y considerar de manera más precisa factores como el comportamiento y el estilo de vida que influyen en la relación entre el consumo de carne y la diabetes."
Esta investigación desafía la creencia generalizada en nutrición sobre el papel de los carbohidratos en las enfermedades metabólicas, aunque no es la primera ni presenta novedades disruptivas en este campo, ya que la evidencia acumulada en los últimos años sigue la misma línea.2
A menudo, se tiende a simplificar el papel de los alimentos que contienen carbohidratos, como las patatas, los cereales o las frutas, reduciéndolo a su impacto en los niveles de glucosa e insulina en la sangre, y agrupando todos estos alimentos bajo la misma categoría de "carbohidratos". Sin embargo, el efecto sobre la salud de un zumo de fruta o de la pasta blanca refinada es muy diferente al de alimentos como la avena o los arándanos, que son cereales integrales y frutas enteras.
La perspectiva expuesta es de tipo mecanicista y resulta limitada para estudiar fenómenos tan complejos como este, ya que no disponemos de suficientes herramientas ni conocimiento para ajustar las infinitas variables involucradas. Aun así, algunos de los mecanismos fisiológicos que explican el papel de la carne en el aumento del riesgo de diabetes tipo 2, entre otras enfermedades, son:
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